Decíamos ayer (¡Oh!) que no hace falta recurrir a la ficción para contar buenas historias. Lo demuestra con creces Patrick Radden Keefe, un periodista de The New Yorker que, documentándose con precisión, narra los años más duros del conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte.
Hace algún tiempo (no sé si mucho o poco; en todo caso, antes de la pandemia, que ha relativizado el tiempo y aquello que podíamos hacer antes y ya no) viajé a Irlanda. Cuando estás allí de turista, te ofrecen todo tipo de excursiones, también a Irlanda del Norte, que yo elegí sin dudar porque incluía Belfast, aquel nombre que mi memoria conectaba con una televisión en blanco y negro en la que, día sí, día no, había atentados y bombas. En el autobús, atravesar el Ulster y Derry (Londonderry en mi memoria) ya me puso los pelos de punta y en Belfast, mientras el guía nos iba mostrando el barrio católico y el protestante, los murales que los separaban, el hotel que voló por los aires en un atentado del IRA y que a punto estuvo de llevarse a medio partido conservador al otro barrio, me vi a mí mismo en aquellos años de adolescencia, y vi o imaginé a dos adolescentes tomándose un refresco en un bar de Belfast volando por los aires porque alguien había decidido vengar a policías corruptos del ejército británico, por la libertad de unos presos del IRA o la unión de dos trozos de tierra, lo mismo da.
Así se mataba en aquellos años. No digas nada (Say Nothing en inglés, hay que ver, el español, negando dos veces), parte de la desaparición de Jean McConville, una viuda de treinta y ocho años con diez hijos a su cargo, secuestrada, al parecer, por colaborar con el ejército británico y cuyos restos no aparecieron hasta muchos años después, en 2003. El autor va contando, a través de múltiples personajes y testimonios, la historia de aquellos años de violencia y muerte. Dolours Price y Gerry Adams solo son dos nombres, importantes, eso sí, para seguir la trama y para intentar averiguar quién secuestró y asesinó a esa mujer, hilo central de la investigación del libro.
Ahora que la gente juzga con tanta ligereza los hechos desde fuera, me pregunto cómo hubiera sido mi vida (o la de cualquiera) en un barrio católico o protestante (el que te hubiera tocado) en aquellos años.