En medio de tanto opinador, cuesta bastante ponerse a escribir. ¿Qué puedo aportar yo? Ciertamente, muy poco. Me asomo de vez en cuando al balcón y solamente bajo a la calle a comprar el pan y el periódico. El otro día llovía. Fui al quiosco y había una persona comprando el diario y hablando con la quiosquera. Aguardé manteniendo la distancia de seguridad mientras los oía hablar sobre lo mal que lo ha hecho el Gobierno. Decían que esta decisión de confinarnos a todos debería haberse tomado antes.
Cuando se dieron cuenta de que yo estaba allí, bajo la lluvia, esperando a ser atendido, interrumpieron su conversación. Saludé a la quiosquera y me llevé los dos periódicos que compro los domingos.
Como salir a la calle es, hoy por hoy, casi un delito, tal vez acabe aceptando esa oferta de suscripción digital que me sale de vez en cuando en el ordenador. Es más barato e higiénico. Además, como no me gustan este tipo de comentarios, estaré más tranquilo.
Pero volviendo al tema, naturalmente la decisión de confinarnos se debería haber tomado antes. Y si se hubiera tomado antes, no se hubieran producido tantos contagios y muertos. Y la gente que hace esta afirmación de Perogrullo, ¿se ha preguntado alguna vez por las decisiones que tenía que haber tomado antes? Yo mismo tenía que haber hecho muchas cosas antes y, seguro, todo me hubiera ido mejor. Debería haberme comprado antes este ordenador, por ejemplo. El que tenía era muy lento y con él ya no podía abrir muchos archivos. También tendría que haber entrado en el quirófano antes, con tanto dolor (pero me daba un poco de miedo) y que haber leído antes los artículos de Antonio Narbona y de Luis Cortes (y, de paso, haber coincidido antes este último). También debería haber hecho antes la tesis y haberme interesado antes por la sociolingüística y haber conocido antes a Milagros Aleza. Pensándolo bien, tendría que haber empezado antes con la natación (me ha ido muy bien) y, sí, debería haberme apuntado antes en el British…
Todo, coño, tenía que haber hecho todo antes.